martes, 19 de abril de 2022

«Si no hay redes no hay barcos, pero mientras exista una embarcación en el mar, habrá una redera en tierra»


Ana Cancela, artista plástica e autora do libro Mulleres entre redes y Manolita, redeira, do invisible ao visible, charlan co alumnado de 3º de ESO



Marta Infanzón, Laura Prieto, Noela Vallejo
Sanxenxo, 19·04·22


¿Quiénes son las redeiras o rederas y por qué hasta hace poco han sido invisibles para la sociedad? ¿Es el suyo un trabajo sencillo? ¿Cómo se lleva a cabo en la actualidad? Para resolver estas dudas,el pasado 22 de marzo recibimos en nuestro instituto la visita de Ana Cancela Muras y Manolita Domínguez Outeda. Estas dos mujeres guardan una estrecha relación con el mundo de las redeiras: Ana Cancela escribió un libro, Mulleres entre redes (2015), que trata de recoger y proyectar el arte de este oficio, mientras que Manolita fue durante casi toda su vida una de estas mujeres entre redes. Como ella misma nos dijo, se hizo redera con tan solo 13 años y no deseó jubilarse hasta los 76 años.

Ana Cancela explica la invisibilidad que han sufrido las redeiras durante mucho tiempo.


Ana y Manolita explican los cambios que ha ido experimentando el oficio.

Manolita hace una valoración de su vida como redeira.



Mulleres entre redes, el libro que Ana Cancela dedica a las redeiras


Manolita, en plena faena, reparando las redes
   
    

    Para empezar, necesitamos saber que según el Diccionario de la Real Academia Española, una redera (redeira en gallego) es una mujer que se dedica a hacer redes. Pero esto no es tan sencillo. Las rederas deben confeccionar las redes, arreglarlas en caso de ser dañadas y, en el pasado, debían además teñirlas con corteza de pino.

En su visita, comenzaron explicándonos un poco en qué consistía este trabajo, descrito por Manolita como una profesión “dura” e “indispensable” y que hoy en día corre el peligro de desaparecer. Nos contaron también que se trata de una labor muy antigua, aunque hasta hace poco no se consideraba una profesión como tal, sino como una ayuda a la economía familiar.

Las redes, desde los inicios de la pesca, han sido indispensables para ejercer esta profesión, ya que son esenciales para las labores de captura y retención de peces, principalmente. Y es gracias a estas personas que a mano son capaces de crear algo que ni una máquina moderna es capaz de arreglar. Es un trabajo forzoso y complicado que millones de personas (la inmensa mayoría mujeres) han ejercido durante siglos, y nunca se les ha reconocido ese esfuerzo y dedicación hacia su profesión.

    De hecho, Ana Cancela nos confesaba que las rederas siempre habían estado muy mal pagadas, hasta hace poco, cuando comenzaron a recibir un mejor salario.

    También nos explicaron que la postura y la exposición física que requieren estas tareas pueden desencadenar fácilmente enfermedades o trastornos físicos (especialmente en la zona lumbar). Sin embargo, ambas coincidían en señalar que es un oficio que se ama y que muchas mujeres no quieren abandonar mientras la salud y la edad se lo permita.

    Manolita nos comentó que en el pasado las jóvenes de Portonovo se dedicaban casi en su total mayoría a esta profesión, y que de no ser así eran costureras. Manolita nos contaba que elegir entre uno de estos dos oficios manuales dependía principalmente del origen más o menos humilde de las chicas. Las jóvenes con menos recursos eran finalmente las que se dedicaban a atar las redes.

    También tuvimos ocasión de hacer algunas preguntas a nuestras célebres invitadas. Ana Cancela, por ejemplo, respondió a algunas cuestiones que le hicimos sobre su relación con el mundo de las redes y que recogemos a continuación.

 

-¿Cómo nace la idea de escribir el libro “Mulleres entre redes”?

-Todo nació de un proyecto que hice en la carrera de Bellas Artes, que comencé a mis cincuenta años. Consistía en un libro ilustrado, pero yo quería llegar más lejos. Quería concienciar a la gente y reivindicar un oficio donde tradicionalmente la mujer es la protagonista, y decidí embarcarme en este mundo de redes. Investigando encontré la foto de Manolita Domínguez, y desde ese instante supe que quería conocerla en persona. Y por ello me fui hasta el puerto de Portonovo, donde no solo encontré la información que me faltaba para completar mi trabajo, sino que salí de allí con una amiga que me quedará para toda la vida.

 

Manolita, primera por la izquierda, junto a otras jóvenes redeiras en la playa de Baltar


    Manolita, por su parte, contestó a otras tantas preguntas que consideramos interesante plantearle, como las que siguen:

-¿Cuánto cree que nos llevaría a alguno de nosotros aprender el oficio?

-Aproximadamente un año, si decidimos practicarlo con la ayuda de una redera que se dedique de manera profesional a esta labor. Si decidimos hacerlo por un curso de formación, sería el doble. Pero la formación no es mejor, pues de nada te sirve la teoría si no lo pones en práctica. Además, la formación que se da en los cursos impartidos por toda Galicia es de menor calidad en comparación a los que dan en otros sitios de España como el País Vasco, que tiene su propia Escuela de Rederas. Además, allí nos tienen en muy alta estima a las rederas gallegas.

-¿Existen hombres que también se dediquen a esta profesión o es exclusivamente de mujeres?

-Al principio, no existían hombres que se dedicaran a esta labor, pues recordemos que solo era considerado una ayuda al sector, no era considerado oficio. Pero con el paso del tiempo, aparecieron hombres dedicados al oficio por la zona andaluza y mediterránea.

Hoy en día en Galicia sí que hay algunos rederos, en Vilagarcía empieza a haberlos, pero la inmensa mayoría siguen siendo mujeres.

-Si pudiera definir la profesión en dos palabras, ¿cuales serían?

Para mí el trabajo fue maravilloso. No lo cambiaría por nada; ni por modista, ni por bordadora, ni por nada. Eso sí, era un trabajo muy duro y forzoso. Las redes las teníamos que teñir a mano y teníamos que levantarnos muy temprano y no volvíamos a casa hasta muy tarde, eran muchas horas. Pero no me pesó.

-Desde su punto de vista, ¿Cuál cree que será el futuro de esta profesión?

-Pues si siguen desapareciendo barcos, porque ya quedan pocos, esta profesión acabará desapareciendo. Puertos importantes que había como Sanxenxo, Portonovo, están pasando a ser deportivos y turísticos, por lo que esta profesión acabará por extinguirse,

ya que si no hay barcos no hay rederas, y sin rederas no hay barcos. Lo que puede afectar a todo el sector pesquero gallego. Además, casi no hay reemplazos ya que los jóvenes no se interesan por este tipo de profesiones.

-Si pudiese cambiar dos cosas para mejorar la situación laboral de las redeiras, ¿cuáles serían?

-En primer lugar, poner un horario fijo y sobre todo un sueldo fijo. Aunque ya se estén poniendo en práctica algunas medidas para mejorar la situación, son de momento insuficientes. Aparte, algo importante es que todas las rederas pudieran acceder a la nave, donde las condiciones son mucho mejores que al aire libre en el muelle. A ella solo pueden acceder muy pocas personas, normalmente de la confianza del que finanza la nave, y las demás tienen que estar afuera con el frío atando las redes. Es algo muy injusto y que debe cambiar. Aún así, las condiciones mejoraron mucho desde que empecé hasta hoy en día, pero hay cosas que siguen teniendo que cambiar.

    Manolita también compartió con nosotros algunas anécdotas vividas en sus años profesionales, en los que llegó a tener treinta y cuatro aprendices atadoras a su cargo, todas muy jóvenes. Una de esas anécdotas fue un pequeño incidente que vivió con sus aprendices y que nos contaba divertida: Manolita había dejado un momento a las jóvenes solas en la playa y cuando volvió a buscarlas, allí no estaba ninguna. Resultó que se habían ido al muelle por la llegada en yate del cantante Julio Iglesias. Pero Manolita no se llegó a enfadar, pues eran aún niñas. Esto nos demuestra su tolerancia, su compromiso hacia su trabajo y su dedicación y amor hacia él.

      En efecto, esta labor de toda una vida dedicada a este oficio se le reconocía públicamente a Manolita en el año 2019. Se le agasajó con la Raia de Ouro en la celebración de la vigesimocuarta Festa da Raia de Portonovo.

Manolita, recibiendo la Raia de Ouro en Portonovo, su pueblo.

Después de esta entrevista a nuestras protagonistas y nuestro trabajo de investigación, podemos concluir que este oficio, aunque haya sido y siga siendo invisible por mucho tiempo, es uno de los trabajos más importantes para el sector de nuestra comunidad y que debemos darle el valor que se merece. Hemos aprendido que gracias a personas como Manolita podemos llevarnos productos del mar a la boca y los barcos pueden zarpar sin problemas. Su trabajo es esencial para todos nosotros y debemos estar agradecidos por la labor que ejercen.

 Porque: «Si no hay redes no hay barcos, pero mientras exista una embarcación en el mar habrá una redera en tierra» .



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