lunes, 18 de abril de 2022

Aquellos locos veinte: Sanxenxo (1920-1929)


Aquellos locos veinte: Sanxenxo (1920-1929)

Una década a través de la prensa e imágenes de 

La Voz de Galicia 


IES Sanxenxo

Alumnado: 
  • 4º de ESO: Zoe Cappellino Outeda, Noelia Conde Torres, Nuria García Sánchez, Aroa Martínez García, María Martínez Martínez, Sofía Pampín Leiro, Miguel Taboada Cereijo, Antía Telmo Andújar, Óscar Torres Souto y Borja Valladares Patiño.
  • 3º de ESO: Marta Infanzón Sabarís, Laura Prieto Galiñanes y Noela Vallejo Garrido.
  • En colaboración con outros compañeiros de 3º e 4º de ESO.

Profesorado: 

  • Ricardo de la Torre Rodríguez (Lingua Castelá e Literatura)
  • Melisa Fuentes Martínez (Lingua Castelá e Literatura)
  • Elena Montero Míguez (Xeografía e Historia)



Para entender o hoxe, unha das formas necesarias é ler o onte. Isto é o que nos moveu a indagar  e redactar unha breve crónica dos anos 20 do século pasado en Sanxenxo a través da hemeroteca de La Voz de Galicia. Unha década a través da prensa e imaxes de entón. O termo  toponímico Sanxenxo na procura na hemeroteca de LVG non aparece como tal ata 1930.  Sangenjo achega para a década de 1920 a 1929 cento seis documentos xornalísticos, mentres que Sanjenjo achega vinte e nove documentos.  No relato e a lectura dos feitos desta crónica pódense trazar paralelismos co hoxe: a pandemia, a relevancia do mar nas súas vidas, as relacións e as pequenas ou non tan pequenas cousas de veciños, o seu veránveraneantes e festexos ou os avances e o progreso dun pobo. Cunha poboación ao principio da década, en 1920 de 8.578 habitantes (ao final da década, en 1930, 8.869) e que segundo o IGE, en 2021 contaba con 17.635 habitantes (8.994 mulleres e 8.711 homes), unha cifra que segundo ou concello multiplícase por seis en época estival. Nestes anos vinte falecen, entre os ilustres veraneantes que compartiron parte da súa vida cos sanxenxinos e  sanxenxinas, os lilainos e as lilainas de adopción: Emilia Pardo Bazán (1851-1921), Alejandro Pérez  Lugín (1870-1926) ou o aviador e alcalde José Piñeiro González (1878-1927). Quen se achegue a estas noticias do Sanxenxo de entón, nesas mesmas páxinas atoparase coas viñetas de humor ou a publicidade, con estereotipos e lugares comúns, froito e espello da sociedade do momento.

 

Das imaxes do Sanxenxo destes anos vinte seleccionamos 20 estampas de Albores de Sanxenxo, publicación da Asociación Cultural Abiñadoira. Unha parte da vida que aí se retrata é o tempo de lecer das súas xentes. E por iso tratamos saber máis da historia das romarías e festas, do turismo e dos balnearios nesa década. Nun pobo fronte ao mar e que vive do turismo, a época estival iníciase co baño. As casas de baños, os balnearios son un microuniverso da alta sociedade da época como pon de relevo As escaleiras do Gran Hotel, premio  Vicente Risco 2013, do escritor vigués Rubén Martínez Alonso.

 

Xunto á sociedade reflectida, pouco ou nada din os xornais da vida silenciosa de homes e mulleres, a intrahistoria basee da historia ao longo dun século. Da invisibilidade de mulleres que, como Manolita, «Si no hay redes no hay barcos, pero mientras exista una embarcación en el mar, habrá una redera en tierra», son o fío entre ese onte e o hoxe.   

 

No hoxe ponse manifesto o poder da palabra e da imaxe para a memoria na reconstrución da cultura e a historia local. Diso saben e ocúpanse  sanxenxinos e  sanxenxinas de nacemento ou adopción como Ana Cancela, investigadora,  XI premio Sanxenxo na Historia, «Vas viendo esas imágenes que te hablan del relato de la invisibilidad»Xaime Corral,  libreiro e editor «Estes  traballos  máis  locais  fannos ver a realidade global  do que  aconteceu en Galicia». O patrimonio cultural e a historia de Sanxenxo. «O universal  é o local  sen paredes» que  escribiu ou poeta portugués Miguel Torga.


 

Aquellos locos años veinte. Unos años intensos, llenos de sueños, llenos de utopías, llenos de fiestas y de diversión, de veraneo y veraneantes: «En su automóvil sale hoy para Sanjenjo (sic), donde se propone pasar el resto del verano, nuestro fraternal camarada el ilustre autor de la "Casa de la TroyaAlejandro Pérez Lugín, con su amable y distinguida esposa. El querido Lugín, que en obsequio a La Voz y a sus periódicos de Madrid se avino a interrumpir su bien ganado reposo estival para ser en La Coruña cronista —autorizado y leidísimo— de nuestras corridas de toros, torna a su apacible retiro de “veiramar”, dispuesto a concluir la nueva y admirable novela “Currito de la Cruz”, que tan adelantada lleva y que con tan vivo afán esperamos ver editada en el próximo invierno». Felices y dorados años, en los que en la crónica periodística, para una localidad marítima como podría ser Sanxenxo, todo parecía posible.

 

Apuntan los manuales de historia que fueron tiempos de una gran libertad y de altos vuelos y a la vez de la mayor derrota. Tiempos en que las dictaduras se expandieron por el sur de Europa: Mussolini en Italia, Salazar en Portugal, Primo de Rivera en España. Una década de prosperidad económica que experimentó Occidente, como parte del periodo expansivo de un ciclo económico, que finalizaría el 24 de octubre de 1929, el Jueves Negro, y con la llegada del crac del 29 que culminaría finalmente en la Gran Depresión. Con el tiempo, en el binomio de auge-fiesta y desigualdad, los totalitarismos ganarían fuerza, Stalin o Hitler lograrían cautivar a la multitud, que se mostraba abierta y receptiva antes sus ideas y que sería aprovechada, para conseguir fama y poder entre la población, por estos protagonistas de las páginas más tristes y para vergüenza de la historia de la humanidad.

 

Son los años tras la Belle Époque, en los que se avanzaba rápidamente de la mano de la tecnología, en la que todo parecía ir hacia delante y que ya no habría retroceso y que las guerras eran cosa del pasado —en la Europa de nuestros días ¿quizás también lo pensamos?—. Fue la época que abrió paso a lo moderno, cuando los coches y los aviones se estaban poniendo de moda y las mejoras tecnológicas iban en aumento. Una modernidad y altos vuelos de la que ya es parte el aviador y también alcalde de Sanxenxo, el aviador Piñeiro (José Piñeiro González, Mugardos 1878 - Santiago de Compostela 1927), el hombre pájaro gallego, el  «buen Piñeiro, joven y recio, (...) que asombró a todos con sus vuelos inauditos. (...) ¡Heroico Ícaro regional, dominado por el vértigo de las alturas, que en todo piensa menos en su propia persona» (en entrevista a La Voz, 8/5/13). Y también, aunque nada recogen las páginas  de LV de entonces sobre una veraneante ilustre y culta que veraneaba entre la casa de la alameda de Sanxenxo y el pazo del Revel en Vilalonga, una de las «Cien gallegas que si no conoces, deberías», a propuesta de la LV, la aviadora pontevedresa que fue la primera mujer gallega que pilotó un avión, Elisa Patiño Meléndez (1890-1919), hija de los duques de Patiño. 

 

Aires de renovación y modernidad gallegas —tiempos del rupturista manifiesto ¡Máis alá! (1922) de Manuel Antonio y Álvaro Cebreiro— y una presencia de la tecnología que no será ajena a las letras y al arte en general. Creaciones que recrean los objetos de la cotidianidad, presentes en la publicidad, como el poema “Underwood girls” del poeta de la Generación del 27, Pedro Salinas, versos a las teclas de la máquina de escribir homónima y cuyo anuncio estará presente en las páginas de este periódico. Una época en donde la burguesía iba de juerga en juerga pasándoselo bien, sin grandes preocupaciones aparentes, donde la modernidad estaba representada con un motor y cuatro ruedas, en forma de automóvil, haciendo ver que ese producto era lo último en tecnología, «el nuevo Oakland 1928, un coche de lujo y de entretenimiento». Un producto de lujo que no todo el mundo se podía permitir, sino más bien, solamente las clases más acomodadas, y generándose así una desigualdad creciente con las clases trabajadoras, que, debido a su economía, no se lo podían permitir. Su precio oscilaba desde las 10.700 pesetas hasta las 12.600 pesetas. Cantidad de dinero que trasformada a euros no da  para mucho, entre 64 y 75 euros, pero que hace un siglo se consideraba un pastizal. Y vista la situación de hoy en día, dará a los lectores y lectoras, para alguna que otra reflexión. Hablando de motores, también son estos tiempos de transición. De los precios de los combustibles y de la electricidad, qué diremos que no se sepa con la que está cayendo. 

 

Unos años que, tras la Primera Guerra Mundial, estaban cargados de esperanzas, pero... ¿realmente fueron las cosas como la gente creía y deseaba? ¿fue esta época tan divertida y feliz en la «pintoresca villa de Sangenjo» (sic)?. Acaso ¿no serían aquellos años, como los de hoy, tiempos también de sombras y de incertidumbre más allá del sosiego veraniego, como reza el titular DETENIDOS POR SOSPECHA (...) los vecinos (...), acusados de haber enterrado en aquella playa, a los cadáveres de tres pescadores de Portonovo, (...) e ignorando si se trata de un crimen o de un naufragio (...)». De la lectura de las páginas dedicadas a Sanxenxo por La Voz de Galicia (LV), a razón del número de sucesos de los que se da cuenta, sin embargo más parecen las sombras que las luces. 

 

Trazar una  breve crónica de la década de los años veinte del siglo pasado a través de las páginas de LV nos permite acercarnos al ayer cercano ¿qué son cien años? y en la mirada al espejo y en la empatía con ese ayer empezar a entender, también mejor, esta década del siglo XXI que nos ha tocado vivir. 

 

Para empezar, el topónimo Sanxenxo en la búsqueda en la hemeroteca de LV no aparece como tal hasta 1930. El término Sangenjo aporta para la década de 1920 a 1929 ciento seis documentos periodísticos, mientras que Sanjenjo aporta vientinueve documentos. Al acercarnos a estas noticias del Sanxenxo de entonces también en esas mismas páginas están las viñetas de humor o la publicidadbuen reflejo de la sociedad del momento. Todo ello pone de manifiesto el poder de la palabra y de la imagen para la memoria en la reconstrucción de la cultura y la historia local.

 

 

LA PANDEMIA

 

    Acercarnos a ese ayer parece estar leyendo el hoy: «Después de dos años de covid». Por ejemplo, hablando de la epidemia de 1918. Sí, esa de la que nos llevamos la fama, la gripe española. Una epidemia que la gente se tomó a broma al principio, a la que no se le dio demasiada importancia, pero que, una vez que llegó, arrasó. Y bueno, no hablemos de las nuevas variantes que fueron surgiendo. Los antecedentes contados por LV un año a las puertas de la década: «la nueva aparición de la gripe ha cogido otra vez a nuestras autoridades, como siempre, completamente desprevenidas». ¿Acaso esto no nos suena ya? Al igual que nuestros antepasados, nosotros tampoco supimos cómo gestionar la pandemia que nos ha tocado vivir y, cada nueva variante que surgía del COVID era una puerta a un nuevo mundo con sus incógnitas. Días después, el periódico nos hablaba sobre «la clausura de las escuelas» o la implantación de una gran cantidad de restricciones. LV también nos dejaba ver «las tristes huellas que aquí dejó la epidemia gripal, [y la] alarma que cunde entre las gentes, por el temor a que otra vez aparezca». También se señalaba que «los pasajeros procedentes de pueblos en que todavía existe la gripe, podrán ser admitidos en los buques en calidad de emigrantes, siempre que presenten certificado expedido por los subdelegados de Medicina...», pasaportes y certificados que, en los tiempos en los que vivimos, tampoco nos resultan extraños.

 

 

El MAR, LA MAR

 

En un pueblo costero, ya se sabe. Somos mar. Y algo sabemos de desgracias en este siglo XXI. En la memoria corta, entre otros muchos, están dos trágicos sucesos: por historia, el hundimiento cercano a nuestra costa del petrolero Prestige (2002) y sus consecuencias; más recientemente, lejano, pero no sin sus también graves consecuencias humanas, el naufragio del Villa de Pitanxo. 

 

Entonces también entre las tragedias del mar estaban los naufragios: «el cadáver de un hombre que se supone pereció ahogado. Se procedió a su identificación y resultó ser el de un joven vecino de la parroquia de Adigna (sic) del citado municipio, (...), que con otros convecinos (...) naufragaron el día 15 último en ocasión de hallarse en las faenas de la pesca, pereciendo todos ellos» o los cadáveres de los también jóvenes entre dieciséis y veintitrés años ahogados que llegaban al «puerto de Sangenjo (sic), (...), dedicábase ayer a las faenas de la pesca una trainera denominada María Fernández, tripulada por siete marineros. Una fuerte racha de aire [los] arrebató». En otros casos, quizás, no sin asombro del vecindario, correría mejor suerte algún ahogado, «los dos últimos se ahogaran, y el primero pudo llegar a nado». LV también se hace eco de las ayudas que, en este caso, la Diputación de Pontevedra «acuerda conceder un socorro de 350 pesetas, a cada una de las familias de las víctimas del naufragio que meses atrás ocurrió en Sangenjo. Se encargó de su entrega al ex alcalde de aquella villa D. Ramón Orge» . De hecho, el 2 de enero de 1921 había traído a nuestras costas la tragedia del ‘Santa Isabel’, el ‘Titanic gallego’. Otras veces, la fuerza de la naturaleza se quedaría en anécdota. «El fuerte oleaje hizo que se derrumbase parte de la fábrica de gaseosas que inmediata a la playa tiene don Aureliano Cabeda Rodríguez. Sufrió desperfectos de consideración un motor y desaparecieron entre las olas más de quince cajas de cerveza y gaseosas».

 

No todo eran tragedias las que traía el mar. La prensa de la época, da cuenta del movimiento del transporte marítimo —madereros, veleros,...—, de las cantidades y precios del pescado —Merluza, 96 cajas, de 2,55 a 2,70 kilo. Besugo, 4, dé 1,75 a 1,90 (...). Mero, 28, de 1,90 a 2,30. Gallos, 78, de. 0,85 a 1,25 (...). Langosta, 278 piezas, de 7,25 a 8,00 la pieza (...)—, o la noticia de la reordenación portuaria de aquel 1929.

 

Otros aspectos en relación con el mar se refieren a la solicitud de permiso de la extracción de arena de sus playas para usos de interés privado o las «comisiones de fabricantes de conservas de Galicia», de excursión y con desembarco en Sanxenxo, «obsequiarán al vicepresidente del Consejo de la Economía Nacional con un banquete, exponiéndole la gravedad de la crisis que les ha creado la carestía del aceite de oliva, así como otros problemas que les afectan». Qué próximo nos suena: Conserveras de Pontevedra usarán aceite de soja en vez de girasol: «Es una solución para no parar, pero la cosa está negra».

 

 

COSAS DE VECINOS

  

 Las rencillas entre vecinos, más allá de ir a la justicia, en ocasiones, se solucionaban con las herramientas de la casa. Así, «Paz agredió a Piñeiro, con una navaja barbera, causándole dos cortes en la cara, que fueron calificados de pronóstico reservado», al igual que el vecino que «amenazó de muerte con un cuchillo de grandes dimensiones a su convecina».  Las cosas se iban a veces de la mano, hasta las últimas consecuencias, como «una deuda de dos pesetas que el zapatero (...) reclamaba a su vecino (...) de oficio  minero, (...) terminando el último por disparar tres tiros de revólver (...), el cual quedó muerto en el acto». Otras veces las armas no era tan peligrosas, pero no menos efectivas, a la luz de las prácticas para la resolución de problemas amorosos, como lo narrado con el titular de «SUCESO PINTORESCO. En un establecimiento de comidas de la plaza de San José (Pontevedra), se hallaban comiendo un individuo, marinero do Sangenjo, y una guapa rapaza. En este preciso momento se presentó en el establecimiento una mujer acompañada de tres pequeñuelos, la cual sin mediar palabra la emprendió a bofetadas con la acompañante del marinero (...). La mujer de los tres niños resultó ser la esposa, del marinero, que de modo tan ingrato se portaba con la compañera de su vida. Final: que la intrusa se marchó a Vigo y el matrimonio con los crios se dirigieron a Sangenjo». 

 

Las páginas de LV recogen para la década un buen y variado número de sucesos asociados a la villa turística: desde una reyerta por la mala calidad del vino servido en un comercio de bebidas; fraude de alimentación con multa de 500 pesetas, «como reincidente, al panadero de Sangenjo, (...) por expender pan (...) falto de peso»; La  muerte de una familia de una labradora y sus dos hijos pequeños por el incendio de una caseta de madera en la que vivían; los accidentes laborales, «extrayendo varios obreros arcilla»; la muerte repentina de un maestro en la escuela mientras estaba «dando enseñanza a sus discípulos». Los robos y hurtos de la más diversas especies eran frecuentes, la sustracción de un carro de leña en la finca de su convecino; el hurtó de una bicicleta o el robo de dinero en casas particulares y establecimientos. Y ante algunas de aquellas “locuras” tampoco era de extrañar que algún que otro vecino fuera multado y arrestado «por tenencia ilegal de armas».

 

De estos sucesos, no se salvaba ni la administración local. De la detención de un alcalde «por  pretender embarcar para América, en el puerto de Villagarcía (sic), a un prófugo», el «contencioso administrativo contra acuerdo de aquel Ayuntamiento que le desechó la cuenta formulada por gastos que realizó (el alcalde) en varios viajes obstentando (sic) la representación del Ayuntamiento», a la corrupción y el apropiamiento económico indebido de algún que otro concejal, acusado «de tener retenidas 4.500 pesetas que debía ingresar en la Caja municipal». Ni en estas rencillas y venganzas se salva el poder, así el  derribo de «un kiosco en el que causaron daños de consideración, (...) propiedad del teniente alcalde de aquel municipio».

 

Las “travesuras” de la juventud y sus consecuencias merecerían todo un apartado. Desde el hurto «de 30 pesetas, que tenía en un portamonedas»,  por parte de un niño de 11 años a una vecina, a los pequeños traviesos (adolescentes) denunciados por «la ocurrencia de colocar varias piedras de buen tamaño en la carretera de Sangenjo a Pontevedra».

 

 

VERANO, VERANEANTES Y FESTEJOS

 

La imagen tópica creada «de la hermosa concha de Silgar, media luna de fina arena, arrullada más que batida por las ondas atlánticas» aparece ya consolidada al inicio de la década siguiente en las páginas de LV.  Estampas asociadas al ayer y hoy que atrae a decenas de miles de turistas cada verano. Recientemente, conocida son las imágenes del expresidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, pasando por las calles Sanxenxo, o la del rey emérito Juan Carlos, que viene a regatear, y después a comer en el Club Náutico de Sanxenxo. 

 

Entonces en los años 20 del siglo pasado, Sanxenxo era un lugar de referencia de veraneantes ilustres y de «distinguidas familias»,  tras cuya estancia regresan a la capital o las grandes urbes: «regresó hoy a Madrid el director de la Junta Central de Puertos, don Manuel Becerra, acompañado de su familia». «También de Sangenjo, donde veranea, vino a La Coruña (sic) el procurador de los Tibunales D. Julio Otero». Y donde navega Juan Carlos,  ya navegó antes el exministro de la Corona Luís Rodríguez de Viguri y Seoane (Santiago de Compostela, 1881-Madrid, 1945). Junto a la conocida y estudiada presencia de la escritora Emilia Pardo Bazán; las páginas de LV, para esta década, recogen las estancias veraniegas de Francisco Camba (hermano del también escritor Julio Camba) «donde veraneará hasta noviembre (...) Camba está preparando en su retiro de Sangenjo un nuevo libro. Se dirige principalmente a orientar el turismo americano hacia Galicia».  Sanxenxo también fue un punto de referencia y titular de las COLONIAS ESCOLARES: «El viernes saldrá para Sangenjo la primera colonia escolar pontevedresa. La compondrán veinticinco niños mayores de nueve años. Más tarde irá a Sangenjo otra colonia de niñas», en ocasiones «suspendidas por deficiencias del local». Con la llegada del verano tenía lugar la apertura de la casa de baños, pistoletazo de salida y de comienzo de las rutinas asociadas a esta época del año: «Mañana, domingo, se inaugurará en la estupenda playa de Silgar (Sangenjo) la temporada veraniega en la elegante casa de baños que allí levantaron los industriales pontevedreses Sres. Dorrego. Habrá servicios diarios y frecuentes de automóviles». Y con ello la oferta hotelera: «muy especial por cierto, don Francisco Alonso, propietario del Hotel Terraza, de Sangenjo, que sirvió en el amplio y confortable salón de su hotel, colocándose a la altura de los más acreditados en las poblaciones visitadas por los turistas, un almuerzo a más de un centenar de excursionistas, consiguiendo que todos ellos hayan llevado de ese trato un gratísimo recuerdo y sean otros tantos laudatores del establecimiento».

 

¿Qué es un pueblo sin sus fiestas de verano? Por tal razón, LV informa de «la constitución de la comisión organizadora de los tradicionales festejos de Santa Rosalía, bajo la presidencia del alcalde»  y sus páginas recogen el programa de aquel 1920, durante tres días de septiembre, «digno de cualquier capital de primer orden», con entre otros números: «Día 3.—Al amanecer, 24 bombas de palenque (...) y las gaitas recorrerán las calles de la villa, tocando alegres dianas. Al medio día (sic) hará su entrada la laureada música del regimiento de Zaragoza, con su banda de tambores y cornetas. A las seis de la tarde, gran partido de "foot-ball", cucañas y juegos jocosos, en la Avenida de Augusto G. Besada. Al anochecer se verificará la conducción de la imagen de Santa Rosalía a la iglesia parroquial, cantándose seguidamente solemnes vísperas religiosas. A las diez, iluminación de todos los edificios de la villa y verbena, durante la cual se celebrará una función pirotécnica. Día 4.—Dianas y alboradas. (...) A las once, solemne función religiosa, en la parroquial, celebrándose una misa, en la que tomará parte la capilla de la Catedral de Santiago, y ocupará la sagrada cátedra un elocuente orador, que hará el panegírico de Santa Rosalía. Al terminar, paseo de moda en la Plaza de la Constitución. A las seis de la tarde, procesión de Santa Rosalía, llevando el estandarte el ilustre escritor, nuestro fraternal camarada D. Alejandro Pérez Lugín. En diferentes puntos del trayecto se cantarán villancicos, efectuándose la emocionante parada do la procesión frente al puerto. Las embarcaciones, artísticamente engalanadas, saludarán la presencia de la Imagen con nutridos disparos de morteros y bombas reales, finalizará la fiesta con una gran batalla de llores y serpentinas, en el mar. Día 5.—Dianas y alboradas. (...) A las once, función religiosa en honor de Nuestra Señora del Carmen, cantando en la misa distinguidas señoras y señoritas de la población y la colonia veraniega. (...) A las seis de la tarde, procesión marítima de la Virgen del Carmen. A las once, baile popular. A la misma hora, gran baile regional, al cual asistirán las señoras y señoritas vistiendo precisamente el típico traje del país, (...) los pueblos importantes, tienen a gala (...) los trajes característicos de cada localidad». LV también da cuenta de las fiestas en honor de san Antonio. «La víspera hubo un animado folión en los alrededores de la iglesia que lució una espléndida iluminación eléctrica y a la veneciana. Como en años anteriores, fueron muchas las personas que acudieron a la villa». «Sin temor a equivocarnos, aseguramos que estas fiestas llevarán a Sangenjo un gran contingente de forasteros». 

 

 

EL PROGRESO

 

LV informa: «Con motivo de la próxima fusión de las Eléctricas Gallegas, con el salto del Tambre, se vuelve a hablar de la creación de nuevas industrias, de la electrificación de otras y de la construcción del tranvía de Villagarcía a Pontevedra por Cambados, La Toja y Sangenjo». También de la bienvenida y recibimiento del pueblo a «altos funcionarios de Teléfonos» con motivo de la inaguración de nuevos centros telefónicos: «Los aguardaba el pueblo en masa, los niños de las escuelas, formados, el Ayuntamiento en pleno y una banda de música». En la mejora de esas comunicaciones, LV informa en noviembre de 1929 del futuro asfaltado de la carretera de Pontevedra a  Sanxenxo para una mejor circulación. En la otra cara de la moneda, el progreso acarrearía numerosos accidentes. Entre los automovilísticos que aparecen documentados en LV: El accidente «por un terraplén [de] un autobús que llevaba varios excursionistas que regresaban de la Toja (sic) a Pontevedra». También en fechas próximas, el accidente de un automóvil y un autobús de línea, al regreso del congreso médico sobre tuberculosis, y celebrado en A Toxa«por efecto del golpetazo, salieron despedidos del vehículo varios viajeros que iban en el cupé, resultando levemente heridos (...). En la Casa de Socorro de Pontevedra, adonde los heridos fueron trasladados, el doctor Puente Castro les atendió debidamente»; de choque y encuentro de los nuevos y viejos tiempos, del accidente de dos automóviles «con tres carros de bueyes con cargamento de teja».  La distracción al volante y el fallo de la tecnología no son tan de ahora:  «En sentido contrario iba una camioneta, que conducía su propietario (... que) iba distraído, fijándose en la falta de funcionamiento del amperímetro, y en estas circunstancias embistió al turismo, que notando ya algo anormal en la camioneta, se había arrimado a la cuneta. Del encontronazo resultó el auto del señor Neira destrozado». Otros accidentes consecuencia del progreso tienen un trágico final, como el recogido en el titular «NIÑO ELECTROCUTADO (...) de trece años», al tocar un cable de alta tensión. Es el precio que, con la distancia y el tiempo, requiere del aprendizaje y  medidas que palíen las consecuencias. Entiéndase así hoy todas las medidas relativas a Internet o la mismísima «cuenta atrás para la nueva ley de tráfico».

 

Días de drama y de esperanza, de héroes y heroínas, también de pequeños villanos, para la historia y la intrahistoria, de una localidad marinera como Sanxenxo. «La ría va ensanchándose, naturalmente, a medida que nos acercamos a su entrada. Bueu la flanquea por un lado; por el otro, Sanxenxo y Portonovo. Entre ambos pueblos, la hermosa concha de Silgar, media luna de fina arena, arrullada más que batida por las ondas atlánticas. La Lanzada, sin embargo, es la más espléndida de las playas de esta ría. Orientada como la Cote des Vasques, de Biarritz, es muy bella. A un extremo, el santuario famoso, frente al cual, al filo de una medianoche agosteña, campesinas devotas se arrojan al mar para recibir el baño milagroso de las siete olas». Estampa costumbrista a las puertas de la nueva década de los treinta.

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