lunes, 18 de abril de 2022

«Vas viendo esas imágenes que te hablan del relato de la invisibilidad»

 Ana Cancela, investigadora, XI premio Sanxenxo na Historia

«Vas viendo esas imágenes que te hablan del relato de la invisibilidad»

A. Telmo; O. Torres /  Sanxenxo



Ana Cancela Muras (Santiago de Compostela, 1957). Licenciada en Filosofía e Ciencias da Educación, pola Universidade de Santiago de Compostela. Estudos de Máster e Graduada en Belas Artes pola Universidade de Vigo. Reside en Sanxenxo desde 1991. Desde 1993 a 1995 imparte os primeiros cursos de pintura de debuxo patrocinados polo Concello de Sanxenxo, sendo a iniciadora da actual Escola Municipal de Arte. Directora do Seminario de Estudos Locais de Sanxenxo (SEL) desde a súa creación (2009-2019). Autora de Mulleres entre redes, do invisible ao visible

 

 

 

 Audio de la entrevista

 


 Ana Cancela XI premio Sanxenxo na Historia, mujer, y comprometida con la historia y la cultura local, ¿desde cuándo?


Vamos a ver. Yo, así pensando desde que estoy comprometida con la cultura local, es desde que era niña. Mi abuelo era un aficionado a la arqueología muy grande y siempre me llevaba a donde estaba un castro. Me enseñaba cómo se distinguían las piedras. Por ejemplo, él me decía que cuando viera una piedra en forma de quesito no la tocara que esa piedra era del castro, porque los castros tienen esa forma redonda y tenían que tallar las piedras con esa forma, las hachas prehistóricas. Era un enamorado y a mí me inculcó ese amor por nuestra cultura local. También me contaba muchas historias, muchas leyendas y …, todo eso me quedó. Se puede decir que va en tres fases. Está, cuando era niña; después, cuando estudié en Santiago psicología. Hace muchísimos años, en el 1976, tuve una asignatura que se llamaba Antropología Cultural de Galicia, y ahí descubrí un mundo también. Teníamos que hacer trabajo de campo investigar las cosas, que nos pasaban, fotos que nos explicaran, escuchar..., e hice un trabajo sobre el patrimonio inmaterial de Sanxenxo, sobre todo de Dorrón, que era donde yo vivía. Ahí descubrí la gran sorpresa de que la gente me abría las puertas, me contaba las historias, las leyendas, las creencias, los ritos… Todas esas cosas tan increíbles que se vivían en aquella época. La última, que también siguió aumentando ese gusanillo hacia el mundo local, pues fue en el 2009, a mí se me dio por hacer Bellas Artes, con 52 años ya ves que nunca es tarde, se puede hacer de todo, no hace falta hacerlo de joven, también de mayor se pueden hacer cosasy ahí, en Historia del Arte, tuve un profesor que fue director de patrimonio de toda España, y era una caja de sabiduría. Él estaba muy empeñado, en que los estudiantes aprendiéramos a estudiar, investigar y catalogar el patrimonio que teníamos en nuestro lugar de origen. Entonces, más o menos, en esa época, empecé también a pensar en hacer algo en Sanxenxo.

 

¿Cómo nació el Seminarios de Estudios Locais de Sanxenxo? 

 

Pues a raíz de ahí, en 2009, a raíz de este trabajo que hice para la facultad. Empezamos un grupo de amigos que somos también todos unos frikis de la cultura local, decidimos empezar a investigar y estudiar, y como no queríamos formar una asociación, nos amparamos en una asociación de Santiago que llevaba uno de los integrantes, y decidimos empezar a trabajar.

 

¿Qué fue el SEL?


El SEL no era una asociación, cosa que ahora sí es, era una sección de una asociación que se dedicaba al estudio del patrimonio tanto material como inmaterial de Sanxenxo. Decidimos que nuestros objetivos tenían que ser muy claros, teníamos que estudiar, o sea investigar, conocer, después catalogar y por último divulgar. Es muy importante que todo eso que se estaba investigando durante un año la gente lo conociera, además lo estamos viviendo ahora. Aquí hubo un profesor que se llamaba don Pepe [Álvarez], que vosotros ya no lo conocisteis, pero tiene unos estudios muy buenos de las mámoas de Sanxenxo, en Chan da Gorita. Hay muchas, y empezamos por el 2009 a llamarlo para darnos charlas, a través de una asociación. Empezamos a hacer rutas, para que la gente lo viera y en ese momento podíamos ser diez personas o quince, y desde aquella, todos los años se hace una ruta para que la gente sepa que están ahí, que no se pueden tocar.  Este año se volvió hacer hace quince días y nos encontramos con 200 personas. Eso significa que ya entró por las orejas, y gracias a eso el año pasado se salvó una mámoa. Como la gente sabe que hay eso ahí resulta que una persona, dueño del terreno iba a hacer un viñedo e iba a arrancar todo, se paró. De ahí nuestro objetivo. Nuestro objetivo es conocer y dar a conocer, divulgar. Después además de con charlas, hacíamos que eso constara, que quedara en papel, entonces se empezaron a hacer libros y eso realmente es el SEL. (Apunta, en el VI volumen de Sanxenxo na historia,Marcelino Agís Villaverde, fllósofo, presidente del Foro Galicia Milenio y coordinador de la publicación, que el SEL nace con esta denominación «como homenaxe ao Seminario de Estudos Galegos que outro filósofo, Antón Losada Diéguez, botou andar nos anos vinte do século pasado. O Seminario de Estudos Locais de Sanxenxo (SEL) abriu camiño a outros similares que naceron en distintas localidades da provincia de Pontevedra».

 

¿Cómo fueron aquellas primeras reuniones? ¿Cómo empezó a trabajar el SEL? 


Bueno…, además de esos tres objetivos, el SEL lo que quería era que se sumara gente, entonces empezamos a investigar qué gente tenía trabajos sobre Sanxenxo, y nos llevamos una sorpresa. Es una afición, como la que yo tenía, y entonces empezamos a sumar a vecinos, asociaciones, colectivos, a gente de la universidad que trabaja también con Sanxenxo.

 

¿Cuántas personas erais en el SEL?  

 

En el SEL éramos diez personas, pero ya te digo, trabajamos siempre, nos reuníamos y decíamos, qué gente hay en Sanxenxo que trabaja en esto, pues mira, Victoriano Otero, que fue secretario del Ayuntamiento, que tiene muchísimos trabajos, muchísimas fotos y está siempre investigando; Rafael Fontoira, que fue el director de patrimonio de Pontevedra. Había un chico, Jorge García Camaño, que llevaba una revista en el pueblo, la Revista Adina, que tenía unos trabajos impresionantes. Fuimos tirando de toda esta gente y otras asociaciones, por ejemplo la Viñadoira, Soalleira…, son asociaciones de baile regional, pero que están haciendo un trabajo increíble también de recuperación de todo nuestro patrimonio. Fuimos trabajando con todos y después también entre nosotros. A mí que me gustaba mucho el patrimonio religioso, empecé a catalogar iglesias, los retablos, las figuras…, todo eso es muy importante, porque si uno no sabe lo que tiene en su iglesia, igual viene el cura y lo vende, por ejemplo. Incluso, llegamos a conseguir dinero para restaurar.

 

¿Qué destacarías de lo realizado por el SEL en sus 10 años de existencia?


Lo más importante para mí son los libros, digo trece, pero son catorce, que se publicaron en diez años, que son muchísimos, porque es muy complicado publicar libros, y en esos libros lógicamente, recogemos todo, y entonces eso queda ahí, ya no se pierde. Imagínate, que solo hiciéramos las charlas, se hacían en agosto y eran tres días y cada día eran tres charlas. Entonces, al año se investigaban nueve cosas, si solo das las charlas, eso... adiós, pero si queda en un libro, está para siempre. El SEL ahora desapareció, ahora se llama AELOS, pero aunque desaparezca AELOS, esa investigación de todos esos años queda ahí.


Algunas de las portadas de Sanxenxo na historia


¿Por qué haces es diferenciación, que siempre dices que hay trece, pero hay catorce?


Porque a veces cuento, y me olvido de uno, porque lo hicimos dos veces. Era la ruta del Padre Sarmiento, rodeando el Salnés, primero se hizo con un pintor portugués una parte, y después se quiso hacer la segunda. En realidad son catorce libros.

 

Entre tus trabajos está la publicación del libro Mulleres entre redes, que pone el foco de atención en una de las profesiones más ancestrales, ¿cuál fue la motivación?


La motivación fue la siguiente. Yo estaba en Bellas Artes, terminando. Una de las asignaturas se llamaba Libro de Artista, que es una asignatura preciosa, porque tu trabajas el libro del principio al final, lo maquetas, lo haces, la portada…, todo, haces todo. Entonces, como estaba en este proyecto, dije, voy  a buscar un tema, que pueda ser para la asignatura, pero también para el SEL. Buscaba algo además con lo que pudiera reivindicar algo. Que no fuera solo un libro de artista, sino que también reivindicara algo a través del arte, dar visibilidad a algo. Entonces, me puse a buscar temas, y en Internet, encontré una foto de una redera de Portonovo, que se llamaba Manolita. Dije, esta es la mía. Me puse a buscar información y no encontraba nada. Pensé, estas mujeres son invisibles, son totalmente invisibles. Me costó muchísimo encontrar información sobre ellas. Al final encontré un trabajo de una tesis doctoral, que es un trabajo también de universidad, por una chica vasca, un trabajo sobre las rederas gallegas (Gobernanza y empoderamiento: una relación posible. El caso de las rederas gallegas, de Patricia Martínez García). Aquí no existía nada en aquel momento, por eso decidí dar visibilidad a las rederas a través de un libro artístico.

 

El mar sigue siendo un espacio vetado para las mujeres…


Yo creo que lo fue y lo sigue siendo, pero menos. Ahora estoy viendo que ya hacen congresos de la mujer y el mar, y se está tratando de dar visibilidad. Solo entre las rederas y las mariscadoras son el 25% del sector pesquero. Son muchísimas, y ya no hablemos de la gente que trabaja en las conserveras, en las plazas de abastos, las pescantinas, todo eso son mujeres del mar, son gente que están trabajando en el sector pesquero o para el sector pesquero. Realmente sí, fueron totalmente invisibles, debido a que a estas mujeres se las miraban como que trabajaban para una ayuda familiar, pero no eran [considerados] oficios aunque realmente son oficios, y son oficios muy duros. 

 

Hoy hablamos de conciliación familiar, entonces en la primera mitad del siglo XX ¿cómo sería la vida y la realidad de una redera?


Muy dura, yo por ejemplo no tenía ni idea, la verdad. El hecho de conocer a Manolita, la mujer de la foto. Esa persona me pasó todas sus fotos, pero también me contó toda su historia y la historia de las rederas desde que era niña. Realmente era un oficio muy duro. No tenían fines de semana, tenían que trabajar muchísimas horas al aire libre, después si tenían hijos tenían que llevarlos con ellas, los niños se criaban en las redes, empezaban a los 12 años, incluso algunas antes. Algunas niñas no iban a la escuela y las que iban, a los 12 o así, ya los padres les decían «ala, a traballar!». Contaba Manolita, cuando vine [al instituto], la otra vez, que las niñas ricas de Portonovo se hacían modistas y las niñas pobres se hacían rederas, pero hoy en día está considerado una profesión, desde el 2009, o sea, desde ayer se puede decir. Tienen sus sueldos y el mismo problema de conciliación que cualquier mujer de hoy, que también lo tienen. Es difícil la conciliación familiar tal como está el mundo laboral, pero no tiene nada que ver con lo que vivieron estas mujeres. No solo era trabajo de rederas, [era el] trabajo de casa, el trabajo del campo, y aparte los patrones para los que trabajaban les encargaban otra cosa, desde limpiar el pescado, limpiarle la casa,... ¡Era terrible! 

 

En el libro la fotografía juega también un papel relevante para hacer visible esa realidad…


Sí. Jugué con la fotografía. Tenía las fotografías antiguas que me dio Manolita, fotografías actuales que saqué yo. Las trabajé simplemente para reforzar el relato de la invisibilidad. Las trabajé mezclando. Mezclaba antiguas con modernas con un programa de música electrónica que se llama Pure Data, pero que también mezcla fotografías y queda como un collagedigital. Siempre hay [imágenes] dando a entender esa invisibilidad, que están tapadas, cegadas por la red. Intervine también en fotografías por grabados. Hice muchos grabados de redes. En el grabado se pone una red, le pasas un rodillo de tinta por encima, y después lo pones en una especie de plancha muy grande y le colocas el papel por encima, eso tiene un rodillo que pesa mucho y deja en la imagen una huella de la red preciosa. Mezclé estos grabados de las redes con las fotos antiguas mediante Photoshop, hacía como recortes, dando a entender esa invisibilidad. Cuando ves el libro, vas viendo esas imágenes que te hablan del relato de la invisibilidad.

 

En la reconstrucción de la historia local de Sanxenxo, háblanos de los fondos fotográficos de la Asociación. 


Para nosotros las fotos es lo más importante que tenemos. Las fotos pueden ser el origen de un tema, el punto de partida; o estás trabajando un tema, y encuentras una foto que te lo refuerza. Es muy importante la fotografía. Nos da a entender cómo se vivía, cómo estaba, cómo era aquello. La gente, a lo mejor no lee [nuestros libros], pero les gustan por la fotografías. Los libros hicieron un efecto llamada sobre la gente. Nos llamaba para ofrecernos fotos y nosotros encantados de la vida. 

 

¿Cuál es la foto más antigua que se conserva de Sanxenxo?


Ahora mismo ese dato no lo puedo decir, porque tengo tantas que no recuerdo exactamente. Tengo una de Sanxenxo, que no es de las rederas, de 1900. Que tengamos nosotros no sé decirte. Son muchas. 

 

Después de esos 10 años del SEL, ¿Sanxenxo tiene historia?


Sí. Si realmente Sanxenxo no tuviera historia, hubiésemos hecho un libro y se acabó, Pero si se hicieron 14 libros y ahora sacaron otro, uno más, 15. En fin, que hay mucha historia, y hay mucho que contar aún. Ahora, la asociación, que se llama AELOS, la lleva Marcelino Agís y están casi todos los que empezaron conmigo y hay gente nueva. Hay tema, tema y tema. Intentamos hacer jornadas en invierno para tener más trabajo, pero nos fue imposible, no cuajó. También intentamos involucraros a vosotros, a la gente joven, pero no llegó, queríamos hacer un concurso fotográfico dónde se os pasaban unos folletos que hablan del patrimonio que tiene Sanxenxo, y que se hicieran fotografías y después se exponían y había tres premios. No sé si porque me equivoqué un poco de vía para dar entrada, pero no tuvo éxito. Solo se presentó una chica. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Baños y turismo en Sanxenxo. De los años veinte al hoy

  Cremas antiarrugas, tratamientos, horas de gimnasio, dietas, cuerpos perfectos, pieles sin marcas, juventud eterna… ¿quién no se ha plante...