jueves, 28 de abril de 2022

Baños y turismo en Sanxenxo. De los años veinte al hoy

 Cremas antiarrugas, tratamientos, horas de gimnasio, dietas, cuerpos perfectos, pieles sin marcas, juventud eterna… ¿quién no se ha planteado regalarse un fin de semana de spa? Hoy en día los balnearios ya no son únicamente sinónimo de salud, sino también de estética y, sobre todo, de ocio. Ahí están los establecimientos de talasoterapia, spa, las termas y los balnearios. Etimológicamente la palabra balneario proviene del latín balneae que significa 'baños'. Su origen se remonta a la antigua Grecia y es en el año 25 antes de Cristo cuando el emperador Agripa, diseñó y creó en Roma las primeras grandes termas de origen público. Los baños tenían una función lúdica y medicinal; pero también política y social. Para los romanos acudir a los baños era una parte de su modo de vida; una forma de cuidar la higiene, de hacer deporte, conversar y negociar. Galicia cuenta con abundantes ejemplos de termas romanas, hoy todavía en funcionamiento, como las termas de Lugo, Ourense, Caldas de Reis, Caldas de Cuntis, Mondariz, Caldelas de Tui, Baños de Molgas, Baños de Bande, Lobios y Carballiño, entre otras. Margarita Vilar y Elvira Lindoso han estudiado «El sector balneario gallego desde una perspectiva histórica (1780-1935)»

 

El tratamiento de las enfermedades mediante baños y para la higiene tiene sus precedentes. En Galicia hay referencias periodísticas durante el siglo XIX a distintas Casas de Baños y a la «imprescindible necesidad [que] tiene la Coruña de una casa que con sus aguas remedie enfermedades, las evite y contribuya a la higiene pública y privada» (La Ilustración, 1863). En la playa de Riazor están «Los antepasados de la Casa del Agua» de hoy de A Coruña; al igual que, a seiscientos metros de la playa de Silgar, el Augusta Spa Resort de Sanxenxo o, a poco más de veinte kilómetros, el Hotel Balneario A Toxa son el hoy de la Casa de Baños del Sanxenxo de entonces. «Tratamientos hidroterápicos, descanso, encuentros entre los más diversos personajes, banquetes, tertulias, fiestas, bailes, veladas teatrales, musicales y excursiones» más allá de alojamiento y alimentos, también eran lugares de relajación y recreación. El resort de «Aquellos locos veinte».

 

«Los años que van desde el último cuarto del siglo XIX hasta la I Guerra Mundial corresponden a uno de los períodos fundamentales de la historia de Europa. La idea de progreso pretendía resumirlo todo y fue también en este ambiente donde tuvo lugar la eclosión del turismo moderno». Apunta Margarita Barral Martínez en «El tándem Vigo-Mondariz en los inicios del turismo moderno en Galicia». Buen ejemplo de ello es el Vigo industrial y el vecino balneario de Mondariz a treinta y cinco kilómetros de distancia. Rivalizó con los grandes balnearios de Baden-Baden, en Alemania, o Bath, en Londres y acogió a políticos y personajes de primer nivel. Más allá de los poderes curativos y de higiene, el balneario es también un espejo que refleja la sociedad y el poder de la época. «Córren os loucos anos 20. O Hotel Balneario de Mondariz representa un crisol da sociedade galega do momento, clasista e normemente desigual, enmarcada na dictadura de Primo de Rivera. Unha época na que o conflito político bulía especialmente e que estaba a abrir paso á experiencia republicana», un microuniverso retratado en As escaleiras do Gran Hotel, de Rubén Martínez Alonso.

 

 

El ritmo frenético de los veranos repletos de "bañistas" se empezó a notar en Sanxenxo en esta década. La gente se desplazaba para disfrutar de la playa y del balneario que allí mismo se encontraba, en Silgar. Luis Dobarro, empresario y vecino de Pontevedra aprovechó la afluencia de turistas para solicitar la construcción de la Casa de Baños «de madera, estaba dividida en dos partes y tenía un bar en su interior. La oferta del negocio incluía baños fríos y templados con agua dulce, salada y algas de mar, sales de A Toxa y otros productos. El baño en pila rondaba las 1,25 pesetas (unos 0’008 euros), un bono de seis unas 7 pesetas (0,042 euros), y de incluir sábanas y toallas subía hasta las 9,50 pesetas (0,057 euros)» Teniendo en cuenta la economía de la época no todo el mundo podía permitírselo. 


La crónica de LVG para la década informa como con la llegada del verano tenía lugar la apertura de la casa de baños, pistoletazo de salida y de comienzo de las rutinas asociadas a esta época del año: «Mañana, domingo, se inaugurará en la estupenda playa de Silgar (Sangenjo) (sic) la temporada veraniega en la elegante casa de baños que allí levantaron los industriales pontevedreses Sres. Dorrego. Habrá servicios diarios y frecuentes de automóviles». Y con ello la oferta hotelera: «muy especial por cierto, don Francisco Alonso, propietario del Hotel Terraza, de Sangenjo, que sirvió en el amplio y confortable salón de su hotel, colocándose a la altura de los más acreditados en las poblaciones visitadas por los turistas, un almuerzo a más de un centenar de excursionistas, consiguiendo que todos ellos hayan llevado de ese trato un gratísimo recuerdo y sean otros tantos laudatores del establecimiento».

 

Luego llegará la decadencia. La Casa de Baños tuvo que soportar las embestidas del tiempo y más tarde de la Guerra Civil. «Así que, las constantes reparaciones y la disminución de veraneantes en aquellos años hicieron que a principios de los 40 se retirara lo poco que todavía quedaba en pie». La blancura de la piel como marca y distinción de una sociedad de privilegios daría paso al democrático moreno de la ciudadanía de a pie del turismo de playa

 

Aquella sociedad desigual con estereotipos, en buena parte, presentes en la publicidad y en las viñetas de humor de la prensa de la época, como también en las estampas de la década, que entre sus imágenes recogen las mujeres que acudían cubiertas a la playa, con una especie de batas que les llegaban a los pies —aunque haya aspectos que, sin duda, se deben mejorar en la sociedad actual—, mucho ha cambiado en el último siglo. Cambios en las costumbres de sus habitantes sociedad y cambios en el entorno de un Sanxenxo no era más que un pequeño pueblo de pescadores. Y en el que a pesar de que en los dos últimos dos años se haya producido una bajada del número de veraneantes, debido a la pandemia del Covid-19, que ha afectado y mucho, sin embargo «el turismo sigue siendo la principal fuente de ingresos durante todo el año, especialmente en los meses estivales y en época de Semana Santa y puentes festivos», comenta un familiar que ha vivido toda su vida dedicado al turismo.








 

 

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